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Foco de turismo mundial y pueblo de llamativa protección, casi sobrecogedora, a los encantos que la naturaleza mantiene intactos en calas escondidas y que mundialmente se hicieron conocidas en los años sesenta gracias a las colonias hippies que aún habitan la isla.  No es fácil transcribir la cantidad de sensaciones vividas.  Aunque fue una visita de tres días, éstos fueron suficientes para llenarme del espíritu de la isla, de probar y disfrutar cada uno de los ambientes, tan dispares, que en ella conviven armoniosamente.  Y los autóctonos del lugar, diferentes entre ellos pero amables, serviciales, siempre agradables. ¡No pudimos elegir mejor lugar para celebrar el aniversario de una persona muy especial!

Dicen que Ibiza es uno de los lugares más caros del mundo, y no seré yo quien diga lo contrario, pero no es inalcanzable si sabes ‘montártelo’.  Si reservas con bastante tiempo de antelación, podrás alojarte en hoteles bastante buenos a precios muy asequibles.  Tenía tres opciones, y conforme me iba alejando de la ciudad de Ibiza, los hoteles se iban abaratando, aún así os enseñaré mi primera elección, un pequeño hotel con encanto, Ryans Marina, un concepto diferente, joven, moderno, muy cool, en el mismo puerto de Ibiza, y os aseguro que a muy buen precio! Bien ubicado, con mucho ambiente por los alrededores en la tarde-noche, pero con la tranquilidad necesaria cuando el reloj marca la media noche.

Sábado, 27 de junio de 2015

La primera mañana, después de un buen desayuno en el hotel, nos dirigimos a la Playa de las Salinas, situada en el punto más al sur de la isla.  Una línea de autobús, con servicio durante todo el día, te deja allí en unos 15 minutos.  Esta playa también es conocida como ‘la playa de los famosos’, aunque yo no divisé ninguno!  Lo que sí descubrí, caminando por el pasillo de madera que te lleva hasta la arena, fue un bosque frondoso y muy verde que me abrió las puertas a mi primera playa ibicenca, y me encantó!  Es una reserva natural protegida, de arena suave y blanca, y agua cristalina a lo largo del kilómetro y pico,  cuenta con gran variedad de servicios y cada 10-15 minutos encuentras grupos de chicos o chicas ofreciéndote invitaciones para las distintas discotecas de moda o fiestas veraniegas de la isla, nosotros tuvimos la suerte de recibir dos invitaciones para una fiesta muy especial, pero os la contaré más adelante!

Aunque paramos a tomar un aperitivo en el famoso Jockey Club, lo mejor fue nuestro almuerzo en un chiringuito algo más recóndito, de toda la vida, entre pinos, Restaurante Mar y Sal, y que cuenta también con Hostal.  Destacar los buenos precios, nada comparables con los de los chiringuitos más pegados a la orilla, y de personal muy amable, atención rápida y sencilla, y comida más que buena.  Un tomate con anchoas de primero y una gran fritura de pescado después, acompañado de una buena jarra de sangría nos dio la energía suficiente para continuar con nuestro primer día en la isla!

Tenía muchas ganas de descubrirlo todo, así que, habiendo tomado un primer contacto con el agua marina ibicenca, por la tarde me apetecía pasear por la ciudad, y así, descubrí Dalt Vila!  El ‘Barrio Antiguo’ de la ciudad, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1999, este conjunto histórico artístico cuenta con la Catedral del Siglo XIV, el antiguo Convento Dominico convertido en Ayuntamiento y una Necrópolis Púnica, la más importante del Mediterráneo y que cuenta con un museo donde podemos encontrar los restos encontrados en las excavaciones, todo ello, bajo la imponente vigilancia del Puerto de Ibiza.  Pequeñas callejuelas con tantas cuestas como encanto, un barrio muy tranquilo y todo muy limpio. En el punto más alto de Dalt Vila, puedes encontrar un concierto de música típica del lugar, o una banda principiante mostrando sus dotes artísticas, en un marco incomparable y con Formentera a vista de pájaro.

Una vez cruzamos la muralla y salimos del entresijo de calles y casas blancas, más abajo y rodeando el puerto, se encuentra el Barrio de la Marina.  Es curiosa la cantidad de ornamentos que la famosa Discoteca Pachá se encarga de colgar de fachadas y calles por esta zona.  Un colorido mensaje  ‘de paz y amor’ que da un toque diferente a esta parte de la ciudad, con bloques viejos y grises.  Paseando, nos encontramos con otra zona del barrio donde se empieza a notar más movimiento de gente paseando por las calles llenas de puestos, mercadillos, plazas donde el ir y venir de paseantes es el son de la banda sonora de la parte más turística de Ibiza.  El Mercado Viejo y la Iglesia de San Telmo también se encuentran en esta zona, la parroquia ha sido maltratada por la historia, se levantó en el Siglo XV como capilla del gremio de los marineros, pero los corsarios turcos la saquearon a finales del Siglo XVI, y la Guerra Civil Española terminó de destruirla… para ser reconstruida allá por 1947.

 

Cenamos en la Terraza del Hostal Parque y visitamos la tienda y el club del famoso Hard Rock Café Ibiza, donde no podíamos irnos sin probar uno de sus conocidos cócteles!  El mío se llamaba ‘Southern Rock’ y era una combinación bien equilibrada de Jack Daniel’s, Southerm Comfort, licor de frambuesa, vodka Smirnoff y la mezcla agridulce y fresca de limón y lima, si pagas algo más por el coctel, te puedes llevar el vaso souvenirs de recuerdo!

Para cerrar el primer día, entre yates de película y gentío por todas partes, nos acercamos al final del puerto donde disfrutamos de un espectáculo de luz y sonido de música electrónica al aire libre.

¡Primer día y objetivo cumplido!  Ibiza, comenzaste a encandilarme…

Domingo, 28 de junio de 2015

Ibiza cuenta con unos 40 kms de norte a sur y unos 15 de este a oeste, así pues, pensamos recorrer durante el segundo día toda la isla, haciendo breves paradas en las calas más bonitas y recónditas.  No más de 50 euros nos costó el coche que alquilamos, con seguro incluido, un minipandita amarillo al que no podía negarle una sonrisa cada vez que lo miraba… parecía estar hecho para nosotros!  Fruta y unos sándwiches en la mochila para comenzar la ruta.  En apenas media hora, hacíamos nuestra primera parada en Cala Xuclá, una pequeña perlita escondida tras una bajada importante y lejos de la carretera principal, ideal para hacer snorkel y contemplar cientos de peces de colores.  Continuamos hacia Cala Xarraca, a 5 minutos de la anterior, disfrutando de bosque y mar, mar y bosque, que se mezclaban sin cesar, y aquí nos esperaban tan sólo 100 metros de una playa escondida y preciosa.  Aquí, además, caminando hacia la izquierda puedes encontrar una zona de ‘baños de barro’, ¡aconsejado 100×100!  Como aperitivo, unas sardinas y una cervecita fresquita!

  

Camino de nuestra siguiente cala por descubrir, a unos 15 minutos en coche, visitamos la Cueva de Can Marça, utilizada por contrabandistas para esconder sus mercancías en el pasado y con un espectacular lago y unos asombrosos acantilados, esta cueva bien se merece una parada.  Continuamos la ruta, ahora tocaba disfrutar de Cala Benirrás, bastante más concurrida, con más tramo de playa que las anteriores, y muy famosa por su ‘fiesta de los tambores’ que suele acontecer los domingos por la tarde, al anochecer.  Los hippies del lugar, van haciendo su aparición para despedir al astro Rey de una forma mágica, a ritmo de timbales y sin reglas ni normas, también puedes acercarte tú y acompañar con tu tambor.  En esta playa hay un restaurante y un chiringuito donde puedes tomar algo, y un mercadillo neo-hippie en pie todo el día.  Debido a la cantidad de gente que los meses de verano la visitan, hay una zona de parking habilitado donde debes pagar un par de euros por dejar el coche.

Gracias a las recomendaciones de un paisano nuestro y vecino de Mallorca, nos dirigimos por fin a las Playas de Comte, a Cala Conta en concreto, al oeste de la isla y a unos 40 minutos de la anterior.  Aunque bastantes más grandes que las calas visitadas en la mañana, esta playa nos dejó boquiabiertos cuando después de unos metros andando aparecieron ante nosotros tres tramos de playa a cual más impresionante, en un entorno natural espectacular y con una arena fina y aguas totalmente turquesas, aquí alargamos nuestra visita y disfrutamos también de un tentempié en Sunset Ashram, que parece excavado en la roca!  De ambiente muy juvenil y servicio rápido y amable, para el almuerzo probamos unos ‘rollitos de hojaldre rellenos’ y ‘una superhamburguesa especial de la casa’!

¿Os acordáis en Playa de las Salinas que nos dieron un par de invitaciones para una fiesta?  En la segunda tarde-noche de nuestro viaje decidimos utilizarlas y asistimos maravillados a la fiesta ‘Children of the 80’s’ en el Hard Rock Hotel Ibiza!  Está situado en la Playa D’en Bossa, en la misma línea que los famosos locales Space Ibiza y Bora Bora Ibiza y del famoso Ushuaïa Ibiza Beach Hotel.  Fue el primero abierto en Europa de esta cadena, y de él poco puedo contar que no os imaginéis entrando en su web o viendo cualquier reportaje veraniego en televisión.  Lujo y ostentación por todos lados, al atravesar el hall lleno de cristales de muchos colores, de exposiciones de trajes de estrellas de la canción o de famosos guitarristas, descubrimos zonas y zonas y aún más zonas de diferentes temáticas y piscinas variadas.

                 

Un amable ‘relaciones públicas’ nos dio la bienvenida a la zona de la piscina más grande y glamurosa que yo haya visto nunca, con un impresionante escenario, invitados de todas las partes del mundo.  Dj’s de reconocido renombre en la isla rompieron el hielo para dejar paso a estrellas de los 80 y 90 como Boney M, Corona, Alexia o Robin S.  Con sus conocidísimas canciones como ‘Rhythm of the Night’ o ‘Daddy Cool’ nos transportaron a otra época.  Poco a poco el sol se fue apagando para dejar paso a deslumbrantes focos y relucientes cubos de rubik que adornaban toda la pista de baile!  Otra parte de la decoración fue mi expresión boquiabierta de sorpresa y admiración durante todo el evento…

¡Segundo día y objetivo cumplido!  Ibiza, comencé a derretirme por ti!

Lunes, 29 de junio de 2015

Repuestos de la tarde-noche anterior, y con un energético desayuno hicimos caso al consejo que más se nos repitió cuando decidimos conocer Ibiza, y era pasar a descubrir, en al menos un día, a la hermana más pequeña de las Islas Baleares, Formentera, y ¡cuánto me alegré de hacerlo!  Volvimos a cargar la mochila con agua, algún sándwich y ensaladas frescas por si nos resultaba complicado encontrar tiendas allí.  Hay gran cantidad de empresas de Ferry a tu disposición, pero nosotros elegimos la que tenía amplitud de horarios, sacas tus billetes y después, eliges el horario que quieras tanto a la ida como a la vuelta.

Y después de media hora de trayecto, disfrutando de las vistas al Mar Mediterráneo, allí estaba ella… Atracamos en el Port de La Savina y empezamos a disfrutar de un ambiente diferente, mágico.  En cuanto bajamos del ferry, alquilamos una moto, pues la mayoría de la gente así lo hace, una amable chica argentina nos explicó todo lo que debíamos saber para recorrer Formentera, cogimos la moto, nos pusimos el casco y ala!

 

Formentera es pequeña.  Con 20 kms de largo y sólo 2 kms de ancho en sus puntos más cercanos, la convierten en un lugar muy manejable.  Todo el paisaje aquí es camino asfaltado donde casi no caben dos coches, largas líneas grises solo para nosotros, rodeados de pinares verdes y con un ligero resplandor azul donde no alcanza nuestra vista.  A veces, puedes encontrar algún grupo de ovejas o cabras buscando sombra, pero por lo general encuentras poca vida en tu paseo… su encanto también reside en ello!

Nuestro primer destino fue conocer el Far des Cap de Barbaria, famoso por ser protagonista en la película ‘Lucía y el Sexo’, de Julio Medem, junto a Paz Vega y Tristán Ulloa. Se dice que debe su nombre a las costas ‘bárbaras’ (africanas), debido a su cercanía a ellas y desde donde se atacó varias veces la isla.  El verde paisaje dejó pasó a un casi desierto llano y despoblado, pero de espectacular belleza.  Es difícil transmitir las sensaciones que aquél lugar me regaló, silencio, soledad y libertad, eso es lo que sentía, y al final del todo, alzado majestuoso sobre un espectacular acantilado, estaba el faro.  Nos sentamos a contemplar tan digno lugar, simplemente para disfrutar de él, a veces, en días claros, puedes divisar algunas montañas de la península en el horizonte, sólo está a 100 kms!

   

A tan sólo unos pasos del faro, se encuentra la Cueva Foradada (agujereada), también aparece en la película mencionada!  Si entras, con muchísimo cuidado, y caminas a través de la gruta, tendrás delante de ti un magnífico balcón natural al mar.  Aquí los visitantes suelen dejar montoncitos de piedras que parecen columnas como recuerdo de su visita, y se dice que si lo haces mirando al mar y deseando volver a pisar ese lugar, tu deseo se cumplirá!

Nuestra siguiente parada fue en Cala Saona.  La ola de calor que asolaba la península llegó allí también y, después de algunos minutos en moto, llegamos a esta bonita cala, donde antes de tomar un aperitivo, nos dimos un baño.  Esta cala es muy pequeña, pero tan bonita como todas las demás, tiene un hotel de lujo muy cerca, pero también un restaurante, un bar y un kiosko-chiringuito donde comprar latas y algún tentempié.  Llaman la atención también los acantilados de Punta Rasa que podrás encontrar a 10 minutos a pie de esta cala.

¡Y por fin llegaron las playas de Ses Illetes! Situadas en el Parque Natural de Ses Salinas, nombrado allá por 1999 Patrimonio de la Humanidad, para llegar a ellas hay que pagar un pequeño peaje.  Esta playa es una de las joyas de Formentera, la magia de estas aguas y el camino hasta llegar a ellas.  Hay que llegar a la playa a través de una pasarela de madera y decidimos pasar aquí la tarde, agua caliente y cristalina, arena blanca y poco profunda, paisaje vírgen, y los visitantes conviviendo según sus gustos y costumbres armoniosamente, todo esto hizo que sólo importara el ‘aquí y ahora’, y disfrutamos de unas agradables horas entre baños y descanso.

Nuestro ferry volvía a Ibiza para las 22.00, así que llenamos el depósito de la moto (hay que estar al loro de esto, pues a última hora de la tarde se forman largas colas en las gasolineras) que no fue mucho y mientras esperábamos la vuelta, dimos un paseo, visitamos un alegre mercadillo en el paseo del puerto.

Y aconsejados por varias personas, disfrutamos también de una inolvidable puesta de sol en Formentera!  Lo hicimos tomando una copa en la terraza del Hostal La Savina, muy cerca del puerto, y si alguna vez tuviera que hacer noche en esta isla, la haría allí, muy coqueto y encantador y un personal muy amable, con unas vistas preciosas y una pequeña zona chill-out en la playa.  Como le dije a una de las amables chicas que nos sirvieron:  si repito, allí volveré!!

 

Una media hora de ferry y volvimos al Puerto de Ibiza, ya sólo nos quedaba cenar algo y descansar.

Lo hicimos en el Restaurante Formentera (para no perder el mágico sabor que la isla nos había dejado) en el mismo puerto de Ibiza.  Un bonito restaurante, regentado por italianos, de dos plantas y una terraza de ambiente juvenil.  ¡Cenamos de lujo!

 

¡Tercer y último día! Como no podía ser de otra forma… Ibiza, me enamoré de ti y de todo lo que se dice de ti, de tus dos ambientes y tus miles de cosas por hacer!

Y nada más amigos, creo que lo que se puede contar, ya está contado, el resto de la experiencia allí lo guardaré celosamente al amparo de la conocida frase… ‘lo que pase en la isla, que se quede en la isla’. Espero que os haya gustado esta entrada y que os resulte útil por si visitáis alguna de estas dos preciosidades!

¡Hasta la próxima ruta-extra amig@s ruter@s!

“Todos los viajes tienen destinos secretos sobre los que el viajero nada sabe”

Martin Buber